jueves, 15 de enero de 2015

Cisternas Rotas (Parte 2)


Pero ahora nuestro pecado es un oprobio para nosotros – no sólo nuestro pecado de una degeneración moral podrida, sino nuestro pecado de una horrible apostasía religiosa. ¿Cómo se ha manifestado tal apostasía? Jeremías 2:11, 13 “¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque ellos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha… Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”

… Permítame continuar señalando algunas de esas cisternas rotas que constituyen la evidencia innegable de nuestro pecado nacional de apostasía en la esfera de la realidad religiosa.

Culpables de derramar sangre

De manera contraria a las sentimentales habladurías hipócritas y sin sentido de los abogados actuales, de los jueces, de los sociólogos, y aun de los teólogos evangélicos; es una cachetada a la dignidad y singularidad del hombre permitir que la sangre de las personas asesinadas quede sin castigo. Se dice que el ser humano tiene poco valor. Que la vida humana puede ser apagada, y todo lo que se pagará por ello son unos cuantos años de una existencia fácil a expensas de los esforzados contribuyentes…

Esta tierra está contaminada con sangre, no solamente con unos cuantos coágulos de sangre de un inocente Abel asesinado en las manos de Caín. Es nada menos que una piscina llena de la sangre de los niños y adultos quienes son asesinados sin motivo alguno, y sin que sus asesinos sean llevados a la muerte – son los asesinos confesos que en este país van por docenas, todos los días, y que aún permanecen vivos.

Aborto

Si hay una piscina de adultos y niños asesinados sin motivo alguno… hay un océano de sangre por el asesinato de los bebés no-nacidos en el vientre de sus madres. Se nos ha dicho con un análisis estadístico frío y calculado que el último año, en nuestra nación, se han registrado 1.5 millones de asesinatos [cometidos] en los vientres de las madres, y que fueron perdonados. ¡Oh, La sangre de aquellos clama desde los tachos de basura de nuestros quirófanos esterilizados! ¡Oh, la sangre que clama desde los contenedores de basura que se encuentran en la parte trasera de los hospitales!...

Yo le digo a esta nación, que el Dios Todopoderoso le llama asesinato al derramamiento de sangre inocente. Y, querido cristiano, si esto no le ha impresionado a usted, mejor, porque si algo moverá a Dios para impulsar a un hombre en algún lugar subterráneo de Rusia para apretar un botón y volar esta nación en una nube, yo le digo que será por causa de la sangre de los millones de vidas indefensas y sin protección en los vientres maternos.

Perversión Sexual

Cuando cualquier ciudad, cualquier nación, cualquier segmento grande de la humanidad se abandona ella misma con la desvergüenza a la sensualidad y a la perversión sexual, aquella ciudad, aquellas ciudades, aquella nación, aquellos grupos de personas llaman sobre ellos mismos el juicio espantoso del Dios Todopoderoso…

Dios es muy explícito en prohibir todas las formas de perversión sexual, todas las formas de adoptar una política que diga: “Mis apetitos y preferencias sexuales son asunto mío, y voy a satisfacerlos según los dictados de mis propias pasiones y mis propias inclinaciones” Dios le dice a usted que no haga eso…

No permita que la palabra “gay” sea pronunciada por los labios de un cristiano; es un eufemismo para suavizar la naturaleza horrenda de la perversión de la homosexualidad. ¡Llámelo sodomía, perversión! Nunca los llame “gays” Ellos no son gays. Ellos tienen la miseria de una conciencia torturada por dentro, y los fuegos del infierno les esperan…

Junto con la heroína y el alcohol, no hay cadenas que yo haya tenido que enfrentar, en un marco de la consejería pastoral, como las cadenas de la sensualidad… O esas cadenas son rotas, o usted irá al infierno. Y es mejor que usted tome esto seriamente. No escuche usted lo que el mundo dice, que sus cadenas son los símbolos de su libertad. ¡Esas son cadenas que lo encadenarán ahora aquí, y en el infierno por siempre!… usted no irá al cielo con tales cadenas de inmundicia y de perversión. ¡Usted será hundido en el infierno!

… es mucho más fácil pasar una agitante hora en algún movimiento organizado contra la pornografía que pasar una hora en sus rodillas clamando a Dios para que Su Santo Espíritu descienda sobre los predicadores de la tierra y haga efectiva la Palabra para purgar el mar de la pornografía.
 
Estos fueron algunos extractos de una serie de mensajes sobre “La Palabra de Dios para nuestra nación” predicado en la década de los 1980 por el pastor Albert N. Martin.

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